30 julio, 2006

La cuestión última

El debate de fondo, la cuestión última, es que los hebreos no tienen derecho a tener un estado que ocupó un territorio en el que durante siglos vivían los árabes. Mientras no se resuelva esta cuestión, no habrá paz en la región.
Lluís Foix, en La Libreta.

22 julio, 2006

Mi barrio de Hamra, por Tomás Alcoverro

Tomás Alcoverro
20/07/2006
Hamra, mi barrio del oeste de la ciudad, está rebosante de gente, de automóviles procedentes de los suburbios chíies de la capital y de las regiones del sur, bombardeadas y amenazadas por los israelíes. Hamra, cuyo nombre alude a las dunas y tierras rojas de esta zona por la que se extendió en los años cincuenta la geografía de Beirut, esta metrópoli árabe mediterránea occidentalizada, ha sido siempre un lugar privilegiado de talante abierto, de cosmopolitas costumbres, pese a su decadencia, donde han convivido musulmanes y cristianos y se establecieron las numerosas colonias extranjeras. Incluso en los años de desgarro de la capital entre la zona crisrtiana del este y la musulmana del oeste, sus iglesias estuvieron abiertas de par en par y nunca desapareció completamente su espíritu a la vez mercantil e intelectual, por la presencia de la Universidad Americana, de redacciones de diarios, y librerías, subversivo, porque en sus clausuradas cafeterías se tramaron conjuras y conspiraciones de los exilados de países vecinos, y desenfadado y lúdico por sus clubs nocturnos ahora mortecinos, y sus salas de cine ya cerradas. Si Beirut ha sido una ciudad refugio con todas sus contradicciones explosivas, engendradas por el puralismo comunitario, Hamra ha guardado su induiscutible arte de vivir extravertido y multiconfesional. Extinguido el efímero cosmopolitismo de Alejandría es el último reducto de población liberal del Levante.

Si no hubiese vivido en Hamra no hubiese podido resistir los largos años de la guerra civil, ni la invasión israelí de 1982, ni el terror cuando se secuestraba por las calles. Fue tanto el apego a mi barrio y a mi casa junto al Hotel Commodore, que el embajador Aristegui, muerto en un bombardeo en la embajada de España en 1989, gustaba decir que era un ciuddano de Hamra. Me he sentido aquí tan a gusto, que a veces he creído que su calle principal era el pasillo de mi piso. Una vez más me agarro a Beirut, pólvora y jazmín, cuando todos la abandonan.

Mi vecina Encarna Ruiz y su hijo Sergi como tantos miles de extranjeros, han sido evacuados en convoyes de autobueses hacia Damasco o en barcos rumbo a la vecina isla de Chipre. Mientras el barrio se vacia de sus últimos extranjeros, los habitantes de las zonas chíies se refugian en sus colegios y escuelas públicas. ¿Pero quién se ha acordado de evacuar estas miles de filipinas, de etíopes, como Edo, empleada en mi edificio de ceilandesas, explotadas como sirvientas, y a las que sus patronos acostumbran a retener sus pasaportes? Con los bombardeos nocturnos, transmitidos en vivo por las televisiones locales, y con el miedo se va estrujando la geografía habitable de la ciudad.

En la librería Antoine, la más importante del oeste de Beirut, en la que he tenido la sorpresa de ver expuesto el cartel de mi libro de crónicas "El decano", precisamente estos días en que ha estallado este nuevo conflicto mortífero y devastador, Sohat, la encargada cuenta que los vecinos del barrio temen que este enfrentamiento se prolongue y se agrave y fomente más discordias internas. "Siete veces -dice- fue destruída Beirut pero la reconstruiremos otra vez". Al comenzar la invasión israelí de 1982 escribí este texto: "Beirut por todo esto, porque estalla en el aire como un castillo de fuegos artificiales y queda agarrada firme en la orilla del mar, porque es la frontera entre todos los sentimientos y eso tan superficial que son las ideas, porque es el infierno, la imaginación, la ternura y la esperanza; Beirut porque cada día parece morirse irremisiblemente y surge después en otra aurora roja, porque todos la desaucian y nadie la arranca de su corazón es, y no la he elegido, mi ciudad".

La crisis que cambiará nuestra vida

"(...) la prosperitat d’occident ja està massa compromesa com per prendre decisions dràstiques que podrien precipitar la gran crisi econòmica que es divisa des de fa temps a l’horitzó i que, ho vulguem o no, ens obligarà a canviar de dalt a baix els nostres hàbits de societat obesament suficient. (...)"
Cristina Harster Wanger, una lectora de La Vanguardia

20 julio, 2006

Mundo-Gaza, por Retiario

En tiempos 'un telón de Acero [cayó] sobre Europa'. Ahora entre el Tercer y el Primer Mundo está creciendo una nueva barrera, 'menos letal', hecha de hormigón, alambre de espino y alta tecnología. Estamos presenciando el nacimiento del Mundo-Gaza; un planeta dividido en dos por una valla casi impermeable con pocos pasos fronterizos, y defendida por un poderoso y eficaz ejército. En España esta valla pasa por Ceuta, Melilla y el centro del Estrecho, y por el mar que separa a Canarias del continente africano. En el mundo recorre 'de España a Indonesia'.

A un lado de esta valla hay miles de millones viviendo poco menos que en el caos; sin gobierno, sin economía digna de tal nombre, subsistiendo de la ayuda (¿caridad?) que llega del otro lado de la valla, sus habitantes carecen de cualquier posibilidad de futuro y son presa fácil de organizaciones mafiosas, revolucionarias y religiosas (a veces, las tres cosas). Su número crece desmesuradamente, como su diferencial de educación y su pobreza relativa. Su objetivo es sobrevivir. Su potencia se deriva de sus números, y del hecho de que la gente puede ser ignorante, pero no es estúpida. Además, los ricos los necesitan, y los dejan pasar, selectivamente.

Sigue leyendo Mundo-Gaza

19 julio, 2006

Israel ataca el Libano de nuevo